09 julio 2010

JUAN FLOREZ FREIRE
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Nacido en Ferrol el 9 de enero de 1799, Juan Flórez Freire fue alcalde coruñés en dos ocasiones. La primera desde el 3 de marzo de 1846 hasta el 23 de diciembre de 1847 y la segunda desde el 3 de mayo de 1853 hasta el 10 de julio de 1854. Como curiosidad, hay que resaltar que usó como primer apellido el segundo de su padre, Manuel Fernández Flórez.
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Alférez de fragata desde 1824, en 1833 siendo teniente de navío, abandona la Marina de Guerra, para entrar en la Administración del Estado con destino en A Coruña, actividad que abandona para dedicarse exclusivamente a la política.
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Bajo su mandato se iniciaron las obras del nuevo muelle, del Hospital Militar, restableció las fiestas de María Pita para atraer turistas e inauguro las corridas de toros, en una plaza de madera construidad para tal fin. Una iniciativa suya fue imitada en otras ciudades: la organización de representaciones navideñas hechas por los acogidos del Hospicio y del Hospital de Caridad para recaudar fondos para ambas entidades.
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Aunque quizá el hecho más relevante fuera su lucha, junto con el ingeniero coruñés Juan Martínez Picavia, para la construcción del ferrocarril A Coruña-Madrid, línea denominada del Príncipe Alfonso. La inauguración de las citadas obras tuvieron lugar en septiembre de 1858, asistiendo la reina Isabel II, su marido y su hijo, el futuro rey Alfonso XII.
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En 1857, fue designado diputado a Cortes por A Coruña, circunstancia que aprovechó para conseguir las ayudas necesarias para la construcción del ferrocarril A Coruña-Madrid, también el de Asturias, denominando a ambos el ferrocarril del Noroeste.
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Su lucha también abarcó el dotar a Galicia de comunicaciones ferroviarias, haciendo los estudios de las líneas Betanzos-Ferrol, Pontevedra-Redondela, Ourense-Zamora, Ourense-Vigo y Astorga-Zamora lo que viene a suponer casi la actual red ferroviaria. La importancia que tenía para Galicia el ferrocarril nos la puede el hecho de que la diligencia A Coruña-Ferrol tardaba alrededor de ocho horas en su recorrido.
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Juan Flórez Freire falleció, en 1870, a los setenta y un años de edad.
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En sesión celebrada el 7 de marzo de 1900, presidida por el alcalde José Martínez Fontenla, el Ayuntamiento acordó darle el nombre de Juan Flórez a una calle coruñesa. La actual calle de Juan Flórez fue la desde hace siglos se conocía como Camino Nuevo y aún Carretera de Castilla, siendo una de las más largas de la ciudad.
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En relación a esta calle, cuando se perfilaba ésta y la Plaza de Vigo, se derribaron enormes árboles que ocupaban un trecho del lado izquierdo y que fueran plantados en época de Carlos III. La fisionomía del Camino Nuevo cambió con el paso de los tiempos. Chalets levantados a finales del siglo XIX daban un aspecto singular, muy distinta a la actual.
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El Ayuntamiento posee una galería de retratos de personajes ilustres en la que figura el de Juan Flórez que estuvo mucho años abandonado en los desvanes del viejo convento de San Agustín, convento en el que se alojara el Ayuntamiento durante casi cien años. Alguien lo descubrió pero no pudo identificarlo hasta que el que fuera durante más de cincuenta años jefe de la Guardia municipal, Anastasio Lamas, lo identificó sin duda alguna.

3 comentarios:

Titajú dijo...

¿Se llamaba Fernández Flórez, como Wenceslao?
No entiendo esa manía de cambiarse los apellidos. Cada uno tiene el que tiene porque sus padres se llamaban así, y no hay más
Tonterías aparte, parece que éste sí que se merecía la calle, ¿no? Vaya manera de luchar por su ciudad.

PMM dijo...

Muy trabajador, este Juan Flórez, y muy buen fisonomista el jefe de la Guardia municipal.

millenium dijo...

Sí que parece ser una gran trabajador, un merecedor de una calle y de que se diera a conocer su labor ya que trabajó no sólo por la ciudad, también por Galicia, hecho hoy que nos parecería imposible, un político local mirando por toda la comunidad.

Y sobre Anastasio Lamas, cincuenta años jefe de la Guardia municipal, es como esos veteranos, necesarios que llevan todo en su cerebro, desde los detalles más importantes hasta áquellos que parecen intranscendentes. De los que hacen su trabajo en silencio pareciendo que no están y cuando no aparecen se nota, a los que se recurre en caso de "emergencia".

O se recurría, hoy con tanto prejubilación o con tanto cambio generacional, tal vez prescindamos demasiado a la ligera de estos veteranos con toda su experiencia y, quizás, así nos va.