01 enero 2010

DEFENSA DE LA CAPITANIA: PROLEGOMENOS
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El 12 de marzo de 1893 la prensa local da cuenta del proyecto que el ministro de la Guerra, López Domínguez, tenía de reforma militar y que dentro de la misma, y por razones de economía y estrategia, se suprimía la Capitanía General de Galicia y se llevaba a León. Entonces se vendían pocos periódicos y no había teléfonos, pero en poco tiempo muy pocos coruñeses dejaban de estar al tanto de una noticia considerada como uno de los mayores agravios a Galicia.
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¿Por qué no suprimen la Capitanía General de Barcelona, o la de Valencia?, se preguntaban los coruñeses en 1893, a nadie engañaban las razones estratégicas y económicas.
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Desde luego Galicia no permitiría que se llevaran a Castilla una Capitanía General que es la más antigua de España, porque está aquí nada menos que desde el año 1840. No se había descubierto América y ya A Coruña tenía su Capitanía General. Y querían, ahora, llevársela a León, ¿querían volver a los tiempos en los que Zamora hablaba por Galicia?.
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Estos y otros comentarios se escuchaban por la ciudad. La indignación y protesta eran unánimes sin distinción de clases ni de ideas políticas. Tan ofendidos se mostraban los de derechas como los de izquierdas, los carlistas como los republicanos, los hacendados como los pobres, los hombres como las mujeres.
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Al día siguiente se reunió el Ayuntamiento. José Soto, alcalde por aquel entonces, hombre enérgico y dispuesto al sacrificio, estaba asistido por un equipo de concejales y otra serie de personalidades que acudieron a la llamada del alcalde.
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El gobierno de Sagasta, quizá ya preocupa por la desfavorable reacción, inició un plan para querer hacer ver que la Capitanía se iba, pero menos. Autorizaba la construcción de un edificio con destino a oficinas para ingenieros militares y proyectaba construir un parque de Artillería. Es decir, llevarse la Capitanía General y mantener ciertas instalaciones militares.
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Este plan, lejos de provocar satisfacción, aceleraron la petición de que se clarificaran las cosas y que la ciudad conociera de una vez si querían llevarse la Capitanía General a León. Nadie comprendía cuales podían ser las razones técnicas o económicas que pudieran provocar el traslado de la Capitanía General, dejando indefensa una extensísima región que había sido declarada solemnemente "primero y último reducto de la independencia nacional".
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Comenzó a circular por las gentes de la ciudad que la única razón válida eras la de una nueva prueba de caciquismo. Se pretendía llevar a cabo dicha medida por el imperio de la yernocracia. Una hija de Sagasta acababa de casarse con un boticario adinerado de León, un tal Merino, al que por cierto acababan de hacer diputado a Cortes. Como regalo de bodas, la Capitanía General.
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Lo que sí era cierto es que el gobierno quería aprovechar de que Galicia era un región sufrida que lo aguantaba todo, si le quitamos la Capitanía, pensaban, se limitará a llorar y a quejarse mansamente, ¿no ha aguantado cosas peores?. Además, de antiguo los gallegos están desunidos y las restantes provincias se alegrarán antes que dolerse del mal de A Coruña, estos serían los argumentos oficiales detrás de la reforma.
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"Si fuera bueno para la patria, Galicia y Coruña se hubieran sacrificado", dijo Sánchez Bregua. No era sopresa que A Coruña reaccionara como reaccionó. Lo que sí fue sorprendente y esperanzador para todos los galleguistas es que Galicia entera vibrara al unísono.

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