22 julio 2008

PRIVILEGIOS DE MONEDAS
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Si bien muchos estudios suponen que la Casa Real de la Moneda de A Coruña empezó a funcionar en 1312, fundado sus conjeturas en los datos que ofrecen las piezas monetarias. Hay, sin embargo, prueba concluyente de su mayor antigüedad, puesto que ya en el año 1298 confirmó María de Molina, en nombre de su hijo Fernando, los privilegios y franquicias de los oficiales de este establecimiento, que debía hallarse por tanto en actividad en aquella época.
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Estos privilegios fueron, de nuevo, confirmados en 1333 y 1338 por Alfonso XI, y continuaron las acuñaciones en el reinado siguiente, lo propio que en el de Enrique II.
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Las exenciones y franquicias que disfrutaban los oficiales de este centro de acuñación, debían ser muchas y dar lugar a reclamaciones y quejas del vecindario, como se infiere de la cédula de Juan II, librada en Segovia a 29 de abril de 1433: "... sujetando a los monederos de la Real casa de la Coruña a pagar y pechar con los demás vecinos toda clase de derramamientos y alcabalas, sin que les valiese presentar privilegios en su contra, como dice lo había hecho uno de los oficiales llamando Juan Fermoso".
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Se menciona esta Fábrica Real en el ordenamiento de Enrique IV, de 1471, y en otra disposición de 26 de marzo de 1473, por la que dejó subsistente dicho monarca, al paso que revocaba los privilegios concedidos, anteriormente, a varias ciudades para acuñar moneda, declarando falsa toda moneda que no saliese del taller de A Coruña y de otras cinco ciudades.
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Continuaba montada la Fábrica en los tiempos del emperador Carlos V, constituyendo sus empleados una corporación oficial de importancia. Hablan los papeles de aquella época, de haber concurrido a los actos fúnebres tributados en A Coruña en 23 de octubre de 1558 a la memoria de dicho soberano, con sus escribanos y los letrados de la ciudad, con caperuzas y capirotes y la cabeza cubierta, según acuerdo del consejo que disponía el modo de llevar a cabo aquella ceremonia, y conminaba además con la pena de dos mil maravedís a los que no acudiesen de forma prevenida.
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En el reinado de Felipe III, se dictaron dos disposiciones que se refieren a la oficina de A Coruña. La primera es la cédula de Valladolid, 14 de julio de 1604, dirigida al tesorero y oficiales de este establecimiento, por la cual se viene en conocimiento de su estado, a la sazón poco satisfactorio, pues se le había dejado de repartir la labor del numerario que se encomendaba a las demás casas del reino en otra cédula de 13 de junio de 1602 "por haberse entendido (dice la de 1604) que estaba mal reparada y falta de oficiales y aparejos"; a lo que ocurrió, según este mismo documento, el tesorero de ella, ofreciendo poner oficiales hábiles y suficientes, mientras su majestad nombrase los que le correspondían, y aderezar la Fábrica de manera que se pudiesen emprender las labores tan pronto se ordenase. Dispuso dicha cédula, en consideración a todo ello, "y por otras justas causas", la acuñación de la cantidad de cobre que también se prevenía, "relevando además de al referido tesorero y oficiales, de cualquier cargo o culpa que por lo expuesto les pudiera ser imputado".
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Otra soberana resolución, 21 de marzo de 1620, ordenaba que se crease en A Coruña una escuela de navegación con el título de "Seminario de muchachos de mar" y se destinaba para establecerla, la Casa de Moneda, pidiendo la ciudad a su majestad que no se llevase a cabo tal proyecto "por se la dicha casa uno de los edificios más antiguos y de más dignidad que en ella había". Parece que este negocio fue resucitado en 1625 pero destinando para el Seminario parte del Hospital de San Andrés, que existía incorporado a la antigua capilla de este nombre, pero no hay noticias acerca de este particular y se puede pensar que no llegó a realizarse dicho proyecto.
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Felipe IV mandó utilizar, el 29 de octubre de 1660, todas las casas de moneda del reino, entre ellas la de A Coruña, para labrar piezas de cobre.
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Se supone que dejó de funcionar esta Fábrica al fallecer el último de los monarcas de la casa de Austria, pues no hay noticia de acuñaciones posteriores.
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El decreto de 8 de septiembre de 1728, sobre el valor de la moneda, se refiere a la fabricada des de 1707 en Segovia, Sevilla, Cuenca y Madrid, sin mencionar A Coruña; y en la cédula de 16 de junio de 1730 se dispone "que por ahora se labren solamente las monedas de oro y plata en las dos casas de moneda que están corrientes en Madrid y Sevilla, sin que por esto se pueda entender que es mi Real intención extinguir la de Segovia". Cabe, por consiguiente, sospechar que estaban ya suspendidas las labores en el taller coruñés, en los primeros años del reinado de Felipe V.

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