19 junio 2007

LOS JARDINES
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Reflejan la benignidad de suelo y clima. La tierra necesita abundante hidratación. Pero por sus mismas cualidades y la aireación constante, permanece poco tiempo húmeda. Su variada y exótica flora es testigo de su clima perfecto.
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Abundantes palmeras. Verdes, altivas. Y magnolios. Olmos del Jardín de San Carlos. Y acacias. Cedros del Líbano alternan con multitud de plantas tropicales.
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Rosas en diciembre y enero. Las grandes campanas blancas aromáticas de daruras indias son –se cree- únicas en la Península. Y azaleas, rodondedros, dafnes, gladiolos, tulipanes, violetas… En sus contornos feraces el griego acanto es planta espontánea, subespontánea la hortensia.
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Camelios que son árboles. Pinares en Santa Margarita, el australiano eucalipto, de enormes ejemplares. Manzanos y perales en las Mariñas. Fresales en la parte alta de la ría.
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Gaviotas, mirlos y jilgueros en cielos y jardines coruñeses. Y gorriones. Algún cuervo, y gaviotas, en San Carlos. Y golondrinas, aviones, nevatillas, pardillos, verderones… Las bandadas de estorninos se posan cotidianamente en el crepúsculo en los jardines de Méndez Núñez.
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La escasa variación en la temperatura diurna, la óptima constante estacional, permite vecindades sorprendentes y floraciones inesperadas.
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Jardines de Méndez Nuñez, frente a los Cantones. Son uno de los principales atractivos de A Coruña. En ellos, monumentos a Concepción Arenal, estatua sedente de la Pardo Bazán y algunas decorativas esculturas. En la Rosaleda, monumento a Aureliano Linares Rivas. Paseo de Palmeras en el Relleno. Monumento a Curros Enríquez –de Asorey-, y Daniel Carballo.
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Jardín de San Carlos. Romántico. Casi enteramente circular y cerrado por muros. Tumba del General Moore. Grandes olmos, versos de Rosalía y Wolf, pequeña fuente antigua, mirtos, palmeras, rosas… Fue la “Fortaleza Vieja”, sobre lienzos de vetustas murallas. Vista sobre la bahía.

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